Sinopis
En un mundo perfecto, Langer no existiría.
En un mundo perfecto, para hacernos reír, nadie tendría porqué recordarnos lo que es esa ruidosa cachivachería que hacen pasar por Política Nacional, Actualidad Internacional, Decencia Pública, Valores Universales, Soldados de la Patria y demás Santos Inmaculados.
En ese mundo perfecto, de mayúsculas solemnes y minúsculas, la única risa permitida sería la risa blandengue de la felicidad, o la satisfacción, sin contenido comprometedor. Reír con Langer, en cambio, es reír para luego preocuparse (hasta podría calificar como slogan publicitario: “Ría ahora, preocúpese después”), ya que su humor desbarata inmediatamente cualquier amago de risa fácil metiendo algún contrabando: ideas incómodas, denuncias sutiles, realidades solapadas.
El arte de Sergio Langer existe para recordarnos que en ese mundo perfecto nunca hemos vivido ni viviremos jamás.